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Desenmascarando la autenticidad: los desafíos del alto enmascaramiento autista

Updated: Dec 24, 2023

Por Larissa Guerrero




El enmascaramiento, como ya se sabe y se ha explicado de diferentes formas, se refiere a la práctica de suprimir o camuflar rasgos, comportamientos o características propios del autismo para adaptarse a las normas sociales predominantes o lo que conocemos como la neuronormatividad. Es una estrategia que implica la adopción de comportamientos, habilidades sociales o expresiones que no surgen de manera natural ni espontanea, pero que son socialmente esperadas. El enmascaramiento puede manifestarse de diversas formas, por ejemplo:


  • Imitación de comportamientos sociales: imitar expresiones faciales, gestos o respuestas sociales esperadas.

  • Supresión del stimming: esforzarse por evitar o disimular comportamientos repetitivos, movimientos corporales peculiares de autorregulación.

  • Adaptación del estilo de comunicación: ajustar el estilo de comunicación, tono de voz o contenido de la conversación para alinearse más con las expectativas sociales.

  • Modificación de intereses y expresiones emocionales: limitar o modificar los intereses especiales o controlar expresiones emocionales para encajar mejor en situaciones sociales.

Ahora bien, habemos muchos autistas que a lo largo de los años hemos llegado a desarrollar un alto enmascaramiento. El término "alto enmascaramiento" se refiere a un nivel más intenso o extremo de práctica de enmascaramiento el cual indica un esfuerzo significativo y sostenido en el tiempo para suprimir o camuflar rasgos autistas. El "alto enmascaramiento" implica una dedicación más exhaustiva y persistente para ajustarse a las expectativas sociales, a menudo llevando a una supresión más profunda de nuestra verdadera encarnación autista . Esto puede manifestarse en una mayor imitación de conductas sociales, una adaptación más cuidadosa del lenguaje y la comunicación, así como en la supresión más intensa de comportamientos o intereses considerados atípicos.


 El alto enmascaramiento tiende a ser más común en diagnósticos tardíos en mujeres y en algunas identidades minoritarias debido a la presión social y cultural de "pertenecer" o encajar en determinados estándares por:


  • Las expectativas sociales son más rígidas: Las mujeres y las identidades minoritarias suelen enfrentarse a expectativas sociales más rígidas en cuanto a comportamientos, roles y expresiones. Esto puede crear una mayor presión para adaptarse y encajar en estas expectativas, lo que lleva a un enmascaramiento más intenso para evitar el rechazo o la exclusión social.

  • Existen estigmas y percepciones erróneas: Existe un estigma persistente y malentendidos en torno al autismo, especialmente en cómo se manifiesta en mujeres y personas de identidades minoritarias. Esto puede llevar a diagnósticos tardíos o a la falta de reconocimiento de los síntomas del autismo, lo que conduce a un enmascaramiento más pronunciado para intentar adaptarse a lo que se considera "normal" en sus comunidades.

  • La presión para adaptarse: Las identidades minoritarias a menudo enfrentan una presión adicional para adaptarse a las normas predominantes en sus entornos. Esto puede llevar a un enmascaramiento más intenso como una estrategia de supervivencia para evitar el rechazo social, la discriminación o el estigma asociado a la diferencia.

  • Dificultades en el reconocimiento y la comprensión: Debido a estereotipos y sesgos, el autismo en mujeres o identidades minoritarias puede pasar desapercibido o ser malinterpretado. La falta de reconocimiento del autismo puede llevar a una falta de apoyo y comprensión, lo que fomenta aún más el enmascaramiento para tratar de adaptarse y ser aceptado.

Este nivel de enmascaramiento puede ser aún más agotador emocional y mentalmente, ya que implica un esfuerzo constante para mantener una imagen socialmente aceptable que puede estar en discordancia con la verdadera identidad. A largo plazo, el "alto enmascaramiento" puede generar estrés, ansiedad y una sensación de falta de autenticidad, impactando la salud física, mental y emocional.


Hemos dicho que el enmascaramiento consiste, en gran medida, en imitar habilidades que abarcan una amplia gama de comportamientos y expresiones que se consideran socialmente aceptados o esperados pero que para nosotros nos pueden resultar desafiantes y hasta antinaturales. Habilidades como el contacto visual que, aunque nos hace sentir incómodos o sobrepasados lo hacemos en situaciones sociales para cumplir con las expectativas sociales o, por ejemplo, imitar las expresiones faciales para parecer “normales” y encajar. Asimismo, las respuestas empáticas también las imitamos para adaptarnos socialmente y ser aceptados. Solemos imitar el comportamiento neurotípico en las conversaciones grupales, aunque nunca llegamos a comprender cuándo hay que intervenir o cómo mantener el ritmo de la interacción. Muchos autistas imitamos estos patrones conversacionales para integrarnos en grupos sociales ya sean laborales, educativos o simplemente con amistades y familiares para no ser excluidos o discriminados. Lo mismo sucede con la entonación y el tono de voz, la modulación vocal y el uso de diferentes tonos para expresar emociones, pues si no lo hacemos lo más común es que nos digan que hablamos muy fuerte o muy bajo, con entonaciones monótonas o raras, también nos suelen decir que estamos enojados, o que estamos discutiendo, en algunos casos se confunde como si fuéramos personas controladoras, soberbias o maleducadas.


Todas estas diferencias son la causa de que tarde o temprano como autistas empecemos a enmascarar no porque seamos raros o excéntricos sino porque nuestro neurotipo hace que a nivel orgánico nuestro cerebro funcione de una forma específica la cual no podeos controlar, aspectos como:


  • El procesamiento sensorial y cognitivo: las diferencias en el procesamiento sensorial y cognitivo pueden llevar a una preferencia por la información clara y directa. Al experimentar una sensibilidad sensorial atípica, nos llegamos a distraer o sobrecargarnos. Un lenguaje claro y estructurado reduce la carga cognitiva al eliminar ambigüedades y facilita la comprensión.

  • El procesamiento literal: al procesar la información de manera literal, se dificulta la interpretación de mensajes indirectos o ambiguos. Un lenguaje directo y claro minimiza la posibilidad de malentendidos y ayuda a evitar interpretaciones erróneas.

  • La empatía: algunos autistas tenemos dificultades para comprender las perspectivas y emociones de los demás, lo que dificulta la interpretación de mensajes sutiles o implícitos. Un lenguaje directo y sin ambigüedades reduce la necesidad de inferir intenciones o significados ocultos.

  • La necesidad de predictibilidad: la falta de predictibilidad puede generar ansiedad y estrés. Tener estructuras claras y predecibles en la comunicación y en el entorno social nos brinda seguridad al saber qué esperar, reduciendo la incertidumbre y la ansiedad asociada.

Todo lo anterior, entre otras causas, complica la interpretación precisa de las señales sociales, y por ende tenemos que enmascarar, sin embargo, a la vez las mismas razones dificultan la ejecución del enmascaramiento. El esfuerzo constante requerido para interpretar el entorno social y luego ejecutar el enmascaramiento es agotador mental y emocionalmente, pues la discrepancia entre las respuestas naturales y las conductas enmascaradas generan estrés y ansiedad. Es muy difícil vivir imitando aquello que no logramos comprender del todo, y no lo logramos entender por 2 aspectos principalmente: la necesidad de una estructura del lenguaje correcta y directa, así como la predictibilidad. La falta de una estructura de lenguaje clara y directa, así como la ausencia de predictibilidad, contribuyen significativamente a la complejidad del enmascaramiento. La falta de claridad y directividad en la comunicación puede dificultar la comprensión de las expectativas sociales y los comportamientos esperados. El enmascaramiento requiere la imitación de habilidades sociales que no son naturales para nosotros, como ya se dijo, y cuando la estructura del lenguaje no es clara, puede resultar más complicado interpretar lo que se espera en una situación específica. Esto agrega una capa adicional de incertidumbre y estrés al proceso de enmascaramiento. Por su parte, la falta de predictibilidad en las interacciones sociales también puede aumentar la ansiedad y el estrés. El enmascaramiento exige adaptarse continuamente a situaciones cambiantes, y la falta de predictibilidad dificulta la preparación y la anticipación de estas situaciones.


Aunque puede resultar paradójico, el enmascaramiento no siempre implica una comprensión completa de lo que se está imitando. Más bien, se basa en la observación de conductas sociales aceptadas y su emulación sin necesariamente entender profundamente su significado o contexto. El enmascaramiento se lleva a cabo a través de la observación de patrones sociales externos y la incorporación de estos comportamientos en el propio repertorio conductual (disculpran el tecnicismo) . Aunque la comprensión completa del porqué detrás de esos comportamientos puede ser limitada o incluso ausente, podemos aprender a imitar estas conductas por observación repetida y práctica consciente sin realmente saber las razones del uso de ciertas costumbres o normas puesto que para nosotros no tienen sentido y son ininteligibles.


El enmascaramiento, en este sentido, puede verse como un conjunto de conductas aprendidas y practicadas (quién no pasó horas viendo personajes de televisión, películas o anime y después a practicar frente al espejo o cuando nadie nos veía) aunque no necesariamente internalizadas en un nivel emocional, semiótico o conceptual profundo. Se trata más de un mecanismo de adaptación social que se lleva a cabo conscientemente para ajustarse a las normas sociales, que se sabe y se siente altamente fingido, a pesar de la falta de comprensión intrínseca de las sutilezas de esas conductas. Esta imitación es un proceso desafiante y agotador, ya que se basa en la emulación de conductas externas sin una comprensión completa de su significado. A largo plazo, el enmascaramiento puede generar estrés, ansiedad, una sensación de falta de autenticidad y burnout autista debido a la discrepancia entre las conductas imitadas y la experiencia interna.


Ahora bien, como mencionamos anteriormente, el enmascaramiento en personas autistas puede llevar a la percepción errónea de otros autistas o neurotípicos de que nuestros comportamientos son controladores o soberbios e incluso a que crean que tenemos delirios de grandeza debido a ciertos factores que es muy importante considerar antes de emitir un juicio, ya que enmascarar implica:


  • Mecanismos de afrontamiento: el enmascaramiento a menudo implica la imitación de comportamientos sociales antinaturales que pueden interpretarse como un control cuidadoso sobre la presentación de uno mismo para encajar en el entorno, o control sobre el contexto, control sobre los temas de conversación lo que puede ser malinterpretado como un comportamiento controlador.

  • Mantener una fachada: el esfuerzo constante para mantener una apariencia social aceptable puede dar la impresión de arrogancia o soberbia. Los autistas podemos concentrarnos en presentar una imagen socialmente aceptable para evitar el rechazo, lo que puede malinterpretarse como actitudes de superioridad.

  • Falta de comprensión de las sutilezas sociales: aunque enmascaremos imitar comportamientos sociales que no comprendemos completamente puede llevar a respuestas que parecen inflexibles, agresivas o desconsideradas.

  • Desconexión emocional: el enmascaramiento puede generar una desconexión entre la experiencia interna y la presentación externa. Esto puede percibirse como falta de empatía o insensibilidad, lo que a su vez puede asociarse erróneamente con actitudes controladoras.

  • Incomprensión de las motivaciones detrás del enmascaramiento: las personas que observan el enmascaramiento pueden no comprender las razones detrás de la presentación social. La necesidad de adaptarse a entornos sociales puede interpretarse erróneamente como una actitud de superioridad en lugar de un mecanismo de afrontamiento.

  • Diferencias en la comunicación y la interacción social: la manera atípica de interactuar y comunicarnos puede llevar a malentendidos. La falta de conexión emocional o expresión no verbal puede ser interpretada como arrogancia o falta de empatía, entre otros aspectos.

Es importante destacar que el enmascaramiento no refleja necesariamente la realidad emocional o las intenciones de la persona autista ni implica un sentido de superioridad real, de arrogancia o controlador sino más bien una adaptación para encajar en contextos sociales. Las percepciones erróneas sobre el enmascaramiento pueden surgir de la falta de comprensión de las experiencias y desafíos únicos que enfrentamos al circundar el mundo social. El enmascaramiento es un mecanismo de adaptación para sobrellevar situaciones sociales, pero puede generar malentendidos debido a la discrepancia entre la presentación externa y la experiencia interna.


Promover la comprensión y la conciencia sobre el enmascaramiento autista puede ayudar a evitar estereotipos o juicios erróneos. Ofrecer un espacio los autistas podamos ser auténticos sin la presión del enmascaramiento puede facilitar interacciones más genuinas y comprensivas.


Di no al enmascaramiento y sí a tu Âûtenticida.

 

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