Principios de la consejería filosófica
Los principios de la consejería filosófica son:
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Respeto a la persona y a sus creencias: El consejero no juzga ni impone sus propias ideas, sino que escucha con atención y respeto las experiencias del consultante.
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Mayéutica: El consejero utiliza preguntas para ayudar al consultante a descubrir sus propias ideas y soluciones.
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Diálogo: La relación entre consejero y consultante se basa en un diálogo abierto y honesto.
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Autonomía: El objetivo final es que el consultante sea capaz de tomar sus propias decisiones y vivir una vida con sentido.
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Aceptación incondicional: El consejero acepta al consultante tal y como es, sin juzgar sus pensamientos, sentimientos o experiencias.
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Confidencialidad: Todo lo que se comparta en la sesión de consejería es confidencial.
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Empatía: El consejero se esfuerza por comprender la perspectiva del consultante y ponerse en su lugar.
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No directividad: El consejero no dirige al consultante hacia una solución predefinida, sino que le ayuda a encontrar sus propias respuestas.
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Focalización en el presente: La consejería se centra en el presente del consultante, ayudándole a comprender cómo sus experiencias pasadas y sus creencias actuales influyen en su vida actual.
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Orientación hacia el futuro: La consejería ayuda al consultante a establecer objetivos y a desarrollar estrategias para alcanzarlos.
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Crecimiento personal: La consejería filosófica busca promover el crecimiento personal del consultante, ayudándole a desarrollar su autoconocimiento, su autoestima y su capacidad para tomar decisiones.
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Autodescubrimiento: La consejería proporciona un espacio para que el consultante explore sus valores, creencias y emociones, y descubra su propio camino en la vida.
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Reflexión crítica: La consejería anima al consultante a pensar críticamente sobre sus experiencias y a cuestionar las normas y valores sociales.
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Responsabilidad personal: La consejería ayuda al consultante a asumir la responsabilidad de su propia vida y a tomar decisiones responsables.
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Atención a las emociones: La consejería filosófica reconoce la importancia de las emociones en la vida del consultante y le ayuda a comprenderlas y gestionarlas de forma saludable.
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Desarrollo de la resiliencia: La consejería ayuda al consultante a desarrollar la capacidad de afrontar las dificultades y superar los obstáculos.
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Promoción del bienestar: La consejería busca promover el bienestar integral del consultante, incluyendo su salud física, mental y emocional.
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Cultivo de la compasión: La consejería ayuda al consultante a desarrollar la compasión hacia sí mismo y hacia los demás.
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Fomento de la responsabilidad social: La consejería anima al consultante a ser un miembro responsable de la sociedad.
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Apertura a la diversidad: La consejería es abierta a la diversidad de culturas, creencias y experiencias.
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Compromiso con la ética: La consejería se basa en un compromiso con la ética profesional.
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Práctica basada en la evidencia: La consejería se basa en la evidencia científica y en las mejores prácticas disponibles.
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Aprendizaje continuo: Los consejeros filósofos se comprometen con el aprendizaje continuo y la actualización de sus conocimientos y habilidades.
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Colaboración con otros profesionales: Los consejeros filósofos colaboran con otros profesionales de la salud mental y del ámbito social para ofrecer una atención integral al consultante.